miércoles, febrero 27, 2008

Porcentajes de Sistemas Operativos que me visitan

Estaba echando un ojo hoy a las estadísticas de visitas que tengo en el web y me he sorprendido bastante. No por el número de visitas, que no son muchas aún (y eso que han aumentado) sino por los porcentajes de los Sistemas Operativos que me visitan, comparándolos con los de hace un año más o menos.


Ahí va la gráfica:






Como se puede observar el porcentaje mayoritario de visitas pertenecen al sistema operativo Windows XP con un 65%, Windows Vista alcanza ya un 10%, MacOS X se queda en un 2% y ahora viene lo que me ha dejado pasmado. Linux alcanza ya un 15% por delante de Windows Vista aunque sigue por detrás aún de Windows XP.


Hace un año el Windows Vista prácticamente no aparecía y el porcentaje de Linux era menor a un 10% .

¿Va a ser verdad que Windows Vista esta consiguiendo favorecer a Linux debido al descontento que parece que ha generado en muchos usuarios?, ¿será que la facilidad en general para instalar y administrar asi como la mejoría que ha sufrido Linux y las aplicaciones GNU para Desktop estos últimos años esta provocando que cada vez más gente se plantee Linux como primera opción?.


¿Vosotros que opinais?.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Yo opino que te sale tanto XP porque como entro mucho, y yo me manejo en XP, el 90% debe ser mio, jejeje.

12:52 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

jojo... bueno, debo compartir la culpa de ese porcentaje de xp, me temo que mi portatil aun no ha sido renovado a linux (k desastre que soy)... por otra parte teniendo en cuenta que me conecto desde diez mil ordenadores diferentes (este en concreto esta con vista... maldito monopolio) quien sabe... quiza haya colaborado con algun otro porcentaje ^^

mio

12:03 a. m.  
Blogger Hrod Jródeberth said...

Romper con el monopolio. El poder del software y la hegemonía.

Señores. Una cosa está clara. Y es que Linux supera en el último año a todas las versiones de Windows distintas de la XP, incluyendo la Vista.

A medida que sucesivas versiones de Windows dejan de ser mantenidas por sus creadores de Micro$oft, su uso decae vertiginosamente, pero otras llenan rápidamente su hueco.

A este creador, que impera en el mundo de la informática pese a su ineficacia y arbitrarismo, no le ha llegado el poder del cielo. Su táctica se basa en imponer y acaparar, de forma impulsiva, por transacciones y acuerdos, su versión de turno de más éxito (la menos odiosa) en casi cada computador que llega al puesto de venta, de marca Intel, por las mayores franquicias y proveedoras. Para ello sólo tiene que valerse de su ingente capital financiero, de proporciones billonarias, y aflojar la guita invirtiendo en colosales campañas de marketing. Campañas que vienen indisolublemente ligadas al soborno y a la compra de toda clase de tratos de favor preferencial en grandes franquicias y proveedoras, a adquisiciones de acciones en masa en empresas y en consorcios transnacional-financieros; a comprar, silenciar, destruir cada nuevo proyecto del que se oye, o que sale a la luz, tengan o no oportunidad de hacerles sombra, aniquilando toda chispa de competencia, de variedad y de "riesgo". Así se eximen de verse sujetos a exigencias en cuanto a un mínimo de constancia y profesionalidad en cada producto. La faena se ve rematada por medio de la compra final o fusión, que viene a ser decir fagocitaje de empresas en quiebra o sin posibilidad de poder competir --la competencia desleal sucia--. Así toda una serie de asquerosas artimañas monopolísticas, que en la espasmótica contienda por controlar el mercado y el mundo, constituyen la clave del éxito para capitalista y su empresa. A la vista están los resultados de su dirigente: Bill Gates, entre los hombres más ricos del mundo.

Así, tenemos una "elección", una "adhesión" pasiva, en masa, no voluntaria de usuarios a la que sea la nueva versión de turno, sin no muchísimas reservas en tanto dure el mantenimiento de la versión anterior. Cuando se corta el chorro que llena la balsa, el agua se estanca y no tarda en pudrirse, hasta quedar obsoleta; un nuevo monstruo, que hasta la fecha ha tenido tiempo de abrirse paso, tímidamente, comienza ejercer su peso totalitario en los puestos de venta, catapultado al monopolio virtual y, con él al éxito, hasta ocupar el predominio en el sector.

Es un proceso de muchos años y generaciones de chips, sistemas, computadoras: de software y hardward, y de usuarios nuevos que acceden a él sin criterio. Generaciones que transcurren con la rapidez con que se desarrollan las nuevas técnicas, que en un mundo como el informático, se da de forma vertiginosa. Pero un proceso que se basa a la misma vez en una falta de criterio y de memoria, en la ignorancia y el modismo de los nuevos, y en su olvido.

Así, cada versión ocupa su hegemónico lugar de rey de pista no porque sea más bonita, ni más ingeniosa o perfecta, todo lo contrario: porque hay detrás tanto dinero que, a pesar de la demanda y la crítica, la oferta se agota, al no poder competir; ¡porque toca!

¿Acaso si de principio se informara al usuario, se le diese a conocer ciertos conceptos básicos sobre con lo que va a tener que lidiar en su equipo, sobre con qué va a trabajar, y se le diese a elegir, de forma consciente, en una balanza, las cifras no se trastocarían drásticamente?

¿Cómo se explica si no, el vertiginoso descenso de cada antigua versión, tan pronto deja de ser "matenida" oficialmente, si por un tiempo las desarrolladoras siguen sacando, por separado, su correspondiente versión? ¿No será que ha desaparecido de una vez la mano que la impone, en la trastienda de las franquicias? ¿Que las nuevas generaciones van dejando de verse forzadas a hacerse con él? ¿Que tan sólo queda el producto al desnudo, y no son poderosas las razones para ser fiel a seguir usándolo?

En cambio el software libre, aquel que no es privado, que no depende de un mecenas, de una casa real, de un capital o un señor ricacho, sino de una licencia eterea del "copyleft" que a su vez es su antítesis, ese software no se anticúa; se mantiene vivo.

Su calidad se perfecciona en vez de decaer, de estancarse; su técnica prospera; pues no depende de una varita, de un capital, sino de miles de hilos. De una comunidad tan ancha como su etérea patente de curso, con un criterio propio y más o menos definido, que aumenta en número con el aumento de la técnica informática, facilidad de acceso y abarataje, y, al mismo tiempo, la ineficacia y desfachatez de un mismo producto. Esta comunidad no tiene una frontera ni límites (más allá de las que impone el lastre de la pobreza extrema, el atraso, la ignorancia o el conformismo), tan sólo tiene su decisión.

Se nutre de la masa de usuarios descontentos que, por hastío y necesidad, van viéndose en la diatriba de dar respuesta a la torpeza e ineficacia de una opción, convertida en dogma; a marcar su propio derrotero. Pronto esta masa, que lucha contra el desconocimiento, en busca de un mayor control sobre su equipo, rebasa con creces el marginal grupillo de viejos nostálgicos que se adherían a su opción por su tradición, por su tozudez, o por una cosmovisión compartida del 'hacker' indómito, ansioso por descubrir y llegar donde nadie en potencia, control, rebeldía...

En en plano material no existen mayores impedimentos que los del medio informático: el costo es ínfimo, la variedad donde elegir abundante, y son miles las cabezas que lo siguen repensando y lo mantienen vivo; tampoco se queda exento del bolsillo interesado de algunas tantas empresas que ven un mercado fijo, en crecimiento, tenaz y estable en que poder competir, y arrancar su trocito de hegemonía.

Es un proyecto a prueba de abandono, alimentado por una comunidad consciente, incansable, que sabe qué quiere, y que aumenta. Es un proyecto que no es patente de nadie. Aunque se puede especular con él, no es comprable ni acaparable.

Aquí también funciona la política del tiempo. Pero no la del olvido, sino la de la experiencia. El par de décadas pasadas de acá a un tiempo ha comenzado a hacerse eco, y en sus concéntricas ondas de aguas inquietas que fluyen, resuena un nombre característico: Linux. Aro tras aro, la misma idea va surtiendo efecto efecto: sobre mil granos se construirá una montaña de arena; sobre mil pies una fortaleza; sobre mil mentes, un arma muy poderosa: la sociedad del intercambio, la democracia del conocimiento, el bien común.

El comunismo de la informática se abre camino como un espectro sobre la red, por parte de quienes no tienen ninguna opción, más que disentir de la hegemonía, y acumular sus fuerzas, con que tomar, por asalto, el cielo.

Una batalla que no sé decidirá en la red, sino en cada frente de esta aldea global, único tablero.

Hrod Xpectrvm

12:09 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hrod Jródeberth
Se avento otro blog en lugar de comentario, pero de cualquier modo, bravo por el.

Atte: Moltrev

5:45 a. m.  

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